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El panorama energético del año 2024 está marcado por importantes avances hacia la sostenibilidad y la eficiencia. La reciente COP28 ha catalizado una transición energética hacia fuentes renovables y descentralizadas, sin embargo, la variabilidad inherente de estas energías limpias plantea desafíos en términos de estabilidad eléctrica, impulsando así la necesidad de una mayor digitalización en el sector.

La electrificación

Se convierte en una pieza clave para la descarbonización. La tendencia apunta hacia la transformación de sectores como la movilidad y la climatización de edificios, que migrarán hacia el uso de electricidad como principal vector energético. Por ejemplo, en España, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) establece objetivos ambiciosos de alcanzar un 83% de generación eléctrica renovable para el año 2030, lo que subraya el enfoque en la eficiencia energética y la reducción de emisiones.

La digitalización

Emerge como un elemento fundamental para el futuro energético. La gestión inteligente de la red eléctrica, apoyada en tecnologías como la inteligencia artificial y los gemelos digitales, permitirá una red más flexible y autónoma. Esto se traducirá en una mayor eficiencia operativa y en la integración fluida de la energía renovable en el sistema.

Hidrogeno

En sectores donde la electrificación no es viable, como el transporte marítimo y la aviación, los combustibles renovables desempeñarán un papel crucial. El impulso en la investigación y desarrollo de estas soluciones limpias, como el hidrógeno verde, será esencial para avanzar hacia la neutralidad en emisiones.

Movilidad eléctrica

 Continuará expandiéndose rápidamente. Las proyecciones indican un crecimiento significativo en las ventas de vehículos eléctricos, con predicciones que sugieren que para 2030 la mayoría de los vehículos matriculados serán eléctricos o híbridos. Este cambio está respaldado por políticas cada vez más restrictivas sobre el uso de combustibles fósiles en las ciudades.

Almacenamiento 

Para abordar la variabilidad de las energías renovables, el desarrollo de tecnologías de almacenamiento energético y la promoción de la generación descentralizada serán cruciales. Las microredes (microgrids) desempeñarán un papel destacado, especialmente con el despliegue de sistemas de almacenamiento de energía eléctrica (BESSs), que mejorarán la resiliencia energética y permitirán una mayor integración de recursos renovables a nivel local.

En resumen, el año 2024 representa un hito en la evolución hacia un modelo energético más sostenible y eficiente. La electrificación, la digitalización, la investigación en combustibles renovables y el desarrollo de infraestructuras descentralizadas serán los pilares fundamentales para alcanzar los objetivos climáticos y promover una transición efectiva hacia un futuro más verde.